El Congreso estadounidense, después de más de un siglo de intentos fallidos, sancionó una ley que convirtió a los linchamientos -las ejecuciones sumarias que se transformaron en símbolos del pasado racista de Estados Unidos- en un delito federal.
El proyecto de ley lleva el nombre de Emmett Till, un adolescente negro torturado y asesinado en 1955 en el sureño estado de Mississippi y que se erigió en un ícono de la lucha por los derechos civiles.
Aprobado anoche por unanimidad por el Senado, luego de ser adoptado la semana pasada por la Cámara de Representantes, ahora debe ser traspasado para su firma al presidente Joe Biden.
«Después de más de 100 años y más de 200 intentos fallidos de prohibir los linchamientos, el Senado ha dado el paso tan esperado de aprobar la Ley Anti-Linchamiento Emmett Till», destacó el jefe de la mayoría demócrata en el Congreso, Chuck Schumer.
«Este es un gran paso, pero el hecho de que haya tomado tanto tiempo es una mancha en Estados Unidos», agregó.
La ley, que prevé una pena máxima de 30 años de prisión, convirtió el linchamiento en un «crimen de odio» para las autoridades federales, una categoría separada de delitos penales en los que las víctimas tienen en común que fueron atacadas por su pertenencia, real o supuesta, de un grupo racial o de una religión, o por su identidad sexual o su discapacidad.
El caso testigo
Till, un adolescente de Chicago de 14 años, fue secuestrado y asesinado en agosto de 1955 -mientras visitaba a familiares en el estado segregacionista de Mississippi- porque Carolyn Bryant, una mujer blanca, afirmó que «le había silbado y tratado de manosearla».
El cuerpo del adolescente negro fue encontrado en un río 72 horas después de su secuestro.
La madre de Till exigió en su momento que su ataúd permaneciera abierto en su funeral para que el mundo se diera cuenta del abuso que había sufrido.
De esa manera, las escalofriantes fotos del cuerpo mutilado del joven pasaron a la historia.
Arrestado por el asesinato, Roy Bryant, el esposo de Carolyn Bryant, y J.W. Milam, su medio hermano, habían sido absueltos por un jurado compuesto exclusivamente por blancos.
Protegidos por este veredicto, los dos hombres blancos, quienes murieron en 1994 y 1981, respectivamente, contaron en aquel entonces a una revista cómo habían matado al adolescente.
El Departamento de Justicia reabrió la investigación en 2004, pero no pudo procesar a los responsables.